“Tras el infarto lo primero que piensas es que serás una persona inválida para toda la vida, pero más tarde te das cuenta de que haciendo todo lo que los cardiólogos te aconsejan es totalmente distinto” Hace ya 29 años que Juan sufrió un Infarto de miocardio, desde entonces, ha pasado quince veces por el quirófano para solucionar diferentes cardiopatías pero dice sufrir más por los amigos y familiares que ya no están y por los problemas del día a día que por los suyos propios.
“Teníamos un taller de confección en el que hacíamos uniformidades y donde me ayudaba mi señora. Yo vivía bien, fumaba (no mucho, una cajetilla a la semana), tomaba una copita de vez en cuando, no me preocupaba de hacer ejercicio ni nada por el estilo… tenía una vida más o menos sedentaria. Pero además, tenía la muy fea costumbre de fumar un cigarrillo en la cama pese a que mi mujer me había pedido reiteradas veces que lo dejara. Y entonces, en el año 83, de vacaciones en Roquetas de Mar, estábamos bailando en un hotel y de repente sentí dolor en los brazos, sudoración y me puse mal. Nos fuimos a la casa de mis hermanos donde estábamos hospedados y pase la noche”. Fue al día siguiente, a raíz de un análisis en el hospital, cuando lo dejaron ingresado y le comunicaron que había sufrido un Infarto de miocardio originado por un problema de arritmia. Todo esto me lo contó Juan, en compañía de su esposa, hace unos meses, en la habitación del hospital Ramón y Cajal en el que estuvo ingresado para implantarle un DAI (desfibrilador automático implantable). La doctora Tomasa Centella fue quien nos puso en contacto, ella había visto ya en Juan lo que yo descubrí a lo largo de nuestra conversación. “Cuando te enteras de que has sufrido un Infarto, sientes como que ya no vas a valer para nada, se te viene el mundo encima”. A mi llegada al hospital, Juan estaba paseando por los pasillos con su mujer. Desde el primer momento fue amable, extrovertido y colaborador. Sabía que con su testimonio podía ayudar a otras personas y salvo en un par de ocasiones su sonrisa permaneció sincera y cariñosa a lo largo de la charla. Sin embargo, la voz se le quebró al recordar aquella sensación. Para cambiar de tema le pregunté si tardó mucho en recuperarse. “No, no mucho. Yo me encontraba bien y los médicos me dijeron que podía hacer vida normal siempre que tomara la medicación, hiciera rehabilitación cardiaca, que todavía hoy la sigo haciendo en casa, y dejara de fumar. Los médicos te animan mucho para que te olvides de lo que has pasado” ¿Y se olvida rápido? (hace una pausa antes de contestar sin dejar de sonreír) No, eso nunca se olvida, el miedo lo tienes siempre, pero yo he tenido la suerte de no haber vuelto a tener ningún dolor en el pecho ni en los brazos… tengo revisiones continuas”. Consciente de lo que una persona sufre cuando ha superado un Infarto cuando a Juan le ofrecieron ser voluntario de la Asociación de pacientes coronarios solo una cosa le hizo dudar “Lo primero que pensé fue si yo valdría para hacerlo. Había que hablar con personas que no conocíamos, ellos te tenían que contar sus vidas y tú, la tuya a ellos…pero decidí empezar y dejarlo si la cosa no funcionaba. Y empezamos” y funcionó. “Íbamos con bata y muchos pensaban que éramos médicos y yo tenía que decirles que era un infartado como ellos, que iba a darles un poco de ánimo y que volverían a hacer su vida…y la verdad es que éramos muy bien recibidos” Juan recuerda con orgullo su voluntariado. Además reconoce que cuando animaban a los enfermos los creían más a ellos que a los propios médicos “Porque que tú has pasado por lo mismo que ellos” ¡claro! “Yo les contaba que hice bailes de salón durante ocho años, dos veces en semana durante dos horas. Eso me dio mucha vida. Y no se lo podían creer…porque hay muchas personas a las que por ejemplo les habían cambiado el marcapasos y tú les explicabas que no pasaba nada. Al voluntariado venía a dar pero también recibía, salía como nuevo. Yo he dado y he recibido mucho”. A Juan le gusta bailar el vals… “el pasodoble ¡el chachachá! Todavía bailo cuando voy a alguna boda”A mí me da la sensación de que le gusta bailar al son en el que toca la vida. Es una persona que ama vivir. Parece que todos lo hacemos, pero no es así. Hay personas que como Juan, pase lo que pase, siguen adelante. La sorpresa más grande que me lleve charlando con él fue cuando me contó que sus problemas coronarios ni siquiera se habían visto afectados por los cánceres que había padecido. Él me lo decía para demostrarme que había vida más allá de muchas enfermedades cardiovasculares pero yo me quedé pegada a la silla cuando escuché la palabra cáncer “A mí me dieron 36 sesiones de radioterapia porque tenía cáncer de próstata (casi se excusa por tenérmelo que decir) hace tres o cuatro años y me quedé limpio. Posteriormente, hace unos dos años, tuve un cáncer de colon. También me operaron, me quitaron 25 cm de intestino. Tuve mucha suerte porque al parecer desapareció todo lo que tenía…no me tuvieron que dar ni quimio ni radio… te cuento esto para que sepas que mi enfermedad coronaria no se ha visto agravada ni por esto que te estoy contando, lo he ido llevando todo…” Juan, cómo he dicho ya, tiene sobre sus espaldas 15 operaciones. A las mencionadas hasta ahora se le pueden añadir la de cataratas, hernia inguinal etc. Y no obstante, dice que ha tenido mucha suerte “Yo tengo la suerte de tener familia, mi mujer, mis hijos, mis nietos… pero hay mucha gente que no la tiene o que incluso teniéndola no les vienen a ver ¡me parece increíble! o incluso, que no se han visto en mucho tiempo y se reúnen aquí, en el hospital, y empiezan a discutir delante del paciente, eso es intolerable… El infartado al que le han puesto una válvula lo que más necesita es el cariño de todo el mundo: la familia, los médicos, las enfermeras…o el de la señora que pasa a hacer las habitaciones, eso vale mucho. El paciente necesita sentirse querido. El cariño al paciente hace que salga antes del complejo en el que ha caído” le interrumpo, no entiendo que utilice la palabra complejo en este contexto. Se le vuelve a quebrar la voz “Lo llamo así porque lo he visto con mis propios ojos, chavales jóvenes que se preguntan ¿y ahora qué va a ser de mí? yo tengo familia… ¿voy a poder seguir trabajando? pero no deberían tener miedo…”
Cariño, si, pero no sobre protección “¡NO! Los familiares deberían comportarse como siempre, sin darle importancia, sin decir eres un paciente coronario…no es nada bueno que estén todo el día atosigando, hay que hacer que esa persona se olvide de lo que ha pasado…¡No hagas esto! ¡No te muevas! ¡No lo otro!…así sí que te sientes inútil. Aunque se necesita un tiempo hasta poder volver a hacer la vida normal. No es de la noche a la mañana. Hay que seguir las pautas de los médicos. Ellos saben lo que se hacen” Juan me cuenta que pese a todo sabe que su familia daba muchas vueltas a las cosas antes de darle una mala noticia “Sé positivamente que cuando ha habido alguna desgracia o problema han procurado no decírmelo directamente, aunque tú siempre te enteras, siempre están pendientes de mí” Por eso, cuando él está en horas bajas “como todo el mundo” llora a solas “Nadie lo tiene por qué saber, no hay necesidad de preocuparlos”.
Juan me cuenta que desde su punto de vista el perfil del infartado es el de una persona muy perfeccionista “Es una persona a la que le gusta todo perfecto, exacto, por ejemplo si yo quedo a una hora tengo que ser puntual…” me parece que él no ha dejado de serlo y con una sonrisa pícara me confirma que no “No lo puedo evitar, aunque eso sí, como he dicho, cambié mi forma de vida, entre otras cosas, ahora procuro hacer ejercicio”.
Juan me cuenta que es católico “Rezo todas las noches para poder seguir rezando mucho más. Y también lo hago cuando bajo al quirófano, le rezo a la Virgen del Carmen” pues después de todo lo que has pasado y viendo cómo estas parece que te ha escuchado “Si, hasta ahora no me ha fallado” reímos los dos.
Gracias Juan, por compartir aquella tarde conmigo, por tu amabilidad y sobre todo por esas ganas de ayudar que me demostraste y has demostrado a lo largo de tu vida acompañando a otros infartados.
Buenas, como Juan yo tambien cuento mi testimonio en un Blog. Creo que es importante tener información de los procesos mentales por los que pasas despues de sufrir un infarto. Y considero igualmente que expresarlo de una u otra forma ayuda a comprender lo sucedido. Te ayuda a tí y al que está al otro lado leyendo tu experiencia. En él cuento como viví el «incidente», los primeros días, la rehabilitación cardiaca, en los planos fisico y emocional y sobre todo le doy un punto de vista desde la perspectiva del paciente. Espero compartais vuestras experiencias en él.
http://infarto.site