Cirugía cardiaca y comunicación: testimonio de la Dra. Centella

 “Creo mucho en la psicología del paciente y creo mucho en la influencia que tiene su vida personal en su patología, incluso del corazón. Me interesa saber lo que le pasa al paciente, cuál es su entorno, si tiene alguien que le apoye, y no es cotilleo,  simplemente quiero saber si tiene a alguien que le coja la mano por la noche, algo fundamental. Tiene mucho que ver con la patología que estamos tratando a todos los niveles”.La Dra. Tomasa Centella es cirujana cardiaca del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Desde pequeña quiso ser “cirujana del corazón” pero al terminar la carrera, y por falta de plazas, tuvo que optar a otra especialidad, la de medicina del trabajo y ejercer en otros ámbitos, cómo ser parte del primer equipo que se formó para los helicópteros de emergencias de tráfico del entonces 061 (actualmente 112) en Madrid. No obstante,  finalmente lo consiguió, y desde hace unos años su vida es el corazón.

“La especialidad de medicina del trabajo nunca la ejercí, pero también me dio otra visión del enfermo porque de alguna manera tiene que ver con la parte preventiva, curativa y rehabilitadora. Lo abarca todo y desde ese punto de vista la relación médico paciente es fundamental, es algo que yo siempre he buscado. De hecho, mi mayor problema era tener una especialidad en la que la relación médico-paciente fuera eterna”. Se explica “como médico tengo un defecto muy importante que es que me implicó demasiado en la vida del paciente y tanto en la urgencia, como en la cirugía cardiovascular, es una forma muy puntual de trabajar en la vida de un paciente, tú operas, y normalmente el paciente vuelve al cardiólogo, no lo sigues tú.” Desvía la mirada, sonríe y aclara “eso tampoco es verdad, porque luego la mayoría de los enfermos tienen mi email y seguimos en contacto. Reconozco que me cuesta frenar la transferencia que supone una relación médico-enfermo, y eso creo que tampoco es bueno”.¿Lo ves cómo un defecto? “Sí, creo que es uno de los defectos que algunos médicos tenemos. No pienso que al médico haya que verlo como a un Dios, pero sí que hay que tenerle en una consideración distinta, no puede ser tu amigo, porque en ese caso dejas de confiar un poquito en él. Los médicos tenemos que mantener una cierta distancia, y yo no sé”.No me cuesta nada creerle. Habla con pasión, seguramente la misma con la que ejerce su profesión. Sus pacientes deben quererla mucho porque además de pasión hay bondad en todo lo que dice.

Ahora mismo desarrolla su trabajo en el área de cirugía de las cardiopatías congénitas “Operamos muchos pacientes que son adultos pero que ya fueron sometidos a alguna cirugía cuando eran pequeños o que llevan un seguimiento porque tienen una patología desde que nacieron. Es decir, hay que conseguir un enlace entre los profesionales que se dedican a los niños y los que se dedican a los adultos. El de los congénitos es un campo muy bonito, muy atractivo y desafiante ¡Hoy operamos a un chico de 40 años y mañana a una niña de 2!» Al parecer, estos últimos, los niños, se recuperan mucho mejor y más rápido de una operación cardiaca “Los niños salen de la UVI y cogen el triciclo ¡son la vida!” ¿No sienten miedo? “El único miedo que sienten los niños es a lo desconocido, a que se les separe de sus padres,  a no saber donde están… pero se adaptan muchísimo mejor que los adultos. El adulto sin embargo, tiene auténtico terror. Antes de una operación he visto el miedo en la cara de los adultos, nunca en las de los niños. Los adultos, además del miedo a lo desconocido tienen miedo al dolor. A nosotros nos duele más, todas nuestras estructuras están más mayores, más viejas. Los niños, sin embargo, tienen mucho más cartílago, en ellos todo suelda mucho más rápido y tienen mucho menos dolor.” En los adultos además, hay que sumar  el miedo a la muerte y sobre todo el miedo a lo que dejan “Hay muchos abuelitos de ochenta y tantos años con una calidad de vida relativamente buena, pero que lo único que tienen es su pareja,  si se muere uno de los dos, la otra persona se queda sola y de repente ahí sí que cambia la vida porque ambos se apoyaban el uno en el otro y formaban una estructura muy solida. Si uno de los dos desaparece es ¡durísimo!” También hay padres o madres de familia de quienes dependen los hijos “Efectivamente, si les pasa algo, también es tremendo.”O los trabajadores autónomos “Sin ninguna duda. Son el perfil de persona que está operada del corazón, pero se quiere ir, tiene que trabajar, tiene que abrir su negocio porque de lo contrario su familia no come…. En cualquiera de los casos un desenlace fatal sería un drama, ésta es la mayor razón por la que se encuentran aterrorizados. Y transmiten también el terror a su familia. Es todo muy complicado, por eso creo yo que es tan importante conocer al paciente y las circunstancias que le rodean. Tú no le puedes decir cuándo volverá al trabajo, por ejemplo, si desconoces en qué trabaja. Si trabajas de informático volverás a trabajar antes que si eres albañil…”

Hablando del corazón no puedo imaginar el pánico que debe sentir una persona a la que se le ha parado y se ha sentido morir. “Los enfermos adultos que normalmente eran sanos y que tienen una cardiopatía quirúrgica o un infarto aunque no requiera de cirugía, o que necesitan unos cateterismos, son enfermos a quienes todo esto les viene de sopetón y les cuesta asimilarlo. Algunos no entienden que tal vez  sus hábitos de vida tienen que cambiar, no se hacen a la idea.  Sobre todo los pacientes de 50 a 60 años, jovencísimos, a los que les queda un motón de expectativa de vida por delante: no se hacen a la idea de que algo tiene que cambiar”. Una de las cosas a las que deben renunciar estos pacientes es el tabaco y no siempre lo entienden o lo hacen. «Hay muchas personas que dejan de fumar porque no les queda más remedio, no porque quieran, y además les cuesta mucho.  Otros ni siquiera eso, dicen que les da igual vivir el tiempo que vivan, pero dicen que quieren vivir de la misma forma de siempre. Yo lo entiendo, reconozco que hay enfermos a los que no les puedo decir que no vengan a la consulta si siguen fumando. Prefiero que fumen cuatro cigarrillos al día porque sé que es imposible para ellos, a estas alturas de la vida, hacer ese esfuerzo.” Hay profesiones o hobbies en los que resulta más difícil dejar el tabaco. Las personas que trabajan sentadas detrás de una mesa de despacho, o en casa… “Recuerdo un paciente que es escritor. Cuando le operamos, su corazón a penas se contraía y además hubo que hacerle un bypass en la pierna. Fumaba aproximadamente una cajetilla y media de tabaco al día y odiaba caminar porque o leía o escribía, para él era su vida. Recuerdo  que lo pasó mal, era un hombre de sesenta años,  tuvo un postoperatorio difícil y tenía mucho riesgo de que los bypasses que le habíamos hecho tanto en la pierna como en el corazón se obstruyeran. Además,  es importantísimo para ellos caminar, hacer un deporte razonable… y sin embargo, se sentó delante de mí y me dijo ¡Mira! yo te lo voy a explicar muy clarito, no voy a dejar de fumar ni voy a caminar porque mi vida son los libros, mi vida es estar encerrado en un sitio leyendo todo lo que me queda por leer y escribir todo lo que en este momento me sale. Me lo dijo así, y aunque su mujer insistía en que se le iba a morir, yo solo pude decir que hiciera lo que él consideraba que debía hacer ¿quién era yo para decirle otra cosa? Añadí que le seguiría viendo y ayudándole en la medida que fuera posible, pero entendía perfectamente que este señor, de la noche a la mañana, no podía cambiar su forma de vivir.” Cuando Tomy, que es como se le conoce, habla de sus pacientes lo hace con un cariño inmenso. Cómo decía ella antes, no lo puede evitar, se convierten en parte de su vida. La mujer del paciente que acaba de mencionar nos introduce en consideraciones acerca de la “familia o familiares” del paciente. Hace una pausa y piensa antes de dar su opinión respecto a cómo deberían comportarse. “El tema es difícil, yo no lo tengo muy claro. Hay familiares que están muy encima del paciente y que además te dicen Doctora,  ¿a que no puede fumar? ¿A que no puede comer con grasa? ¿A que tiene que caminar? ¿A que…? entonces tu les pides que se tranquilicen,  y aunque hay quien defiende que el familiar debe callarse yo no lo tengo tan claro. No tengo tan claro que el enfermo no necesite eso que está haciendo el familiar. De esa forma se siente cuidado y protegido. Si el familiar se desentendiera tengo la sensación de que el enfermo se hundiría.  Te estoy hablando de un tipo de paciente en concreto, no de los congénitos que son totalmente diferentes. Estamos hablando del tipo de paciente que acabamos de mencionar, el que súbitamente se da cuenta de que tiene  una patología coronaria, ha sufrido un infarto y/o  se tiene que operar. Su vida cambia de una forma radical, no sabe si va a poder trabajar, no sabe si va a poder volver a hacer el amor… porque le da miedo…” En el Hospital Ramón y Cajal de Madrid hay un programa de rehabilitación cardiaca a todos los niveles que abarca a cirujanos, cardiólogos, psicólogos, psiquiatras, enfermeras y rehabilitadores. “En él se dan charlas en las que para empezar los pacientes pueden hablar con el de al lado aunque éste no haya estado en una situación idéntica, porque cada enfermo es uno y lo que le funciona a uno no le funciona al otro. Un infarto en una persona no tiene nada que ver con el que haya sufrido el de al lado, eso siempre se lo digo a los pacientes y aunque eso sea así, a ellos les sirve porque todos nos consideramos los únicos. Siempre que nos pasa algo nuestro problema es lo más de lo más… «

Hablando de cómo nos cuesta asumir los cambios, de la actitud del enfermo y de la de los familiares, la Doctora se remonta a su experiencia en un hospital de Málaga, hace ya algunos años, cuando trabajó junto al Dr. Concha “Es un problema español, forma parte de nuestra cultura. En Málaga tuve la oportunidad de trabajar con pacientes, la mayoría de ellos europeos y era curiosísimo, yo no daba crédito: tu operabas a un paciente de coronarias y en muchas ocasiones en una situación mala, urgente y con más riesgo de lo habitual, y cuando salías a informar al familiar ¡éste no estaba! (sonríe como si todavía no diera crédito) pero ni estaba en ese momento, ni le veías nunca ¡nunca! Y yo decía ¡pero cómo es posible!…Eso de quedarse con los familiares por las noches con  los enfermos es aquí,  en España, que hay siete mil familiares en la puerta del quirófano. En Europa no existe ese concepto y además, ellos están muy acostumbrados a ese cambio, están mentalizados al hecho de que simplemente los años pasan.  Ya no estamos hablando de que cambie la vida porque tienes una enfermedad, cambia la vida porque te vas haciendo mayor y las circunstancias también cambian. Y si tú antes hacías alpinismo ahora ya no lo puedes hacer y te tienes que conformar con la colinita del parque. Porque es ley de vida, es lo normal. Y además tienes otras cosas de las que disfrutar. Pero eso no lo vemos habitualmente en España, fuera sí.”  Creo que todo esto también va cambiando, que habrá cambiado desde que la Doctora Centella estuvo allí “Efectivamente, ahora hay más despegue y las cosas van a cambiar para bien porque viviremos con menos miedo. Menos miedo a la muerte, a la enfermedad…” No sé, a mi me parece que todavía tenemos mucho miedo a todo, por ejemplo, ¿cuántas veces nos hemos preguntado si de tener una enfermedad grave querríamos saberlo? Está de acuerdo. No estamos acostumbrados a que a los pacientes nos digan la verdad. Todavía hoy, yo misma que hablo muchísimo con los pacientes me doy cuenta de que solo puedo decirles lo que ellos quieren que les diga. Me siento y le digo al paciente Usted pregúnteme ¿Tiene alguna duda? ¿Qué quiere saber de la cirugía? ¿Qué quiere saber  de su estilo de vida? Pero es que el paciente no quiere saber, la mayoría no (piensa) aunque están empezando a cambiar.»

Mientras ella habla y yo la escucho, trato de ver algo bueno en nuestro comportamiento, en el de los “nacionales” como ella dice. Algo de bueno tendrá que seamos tan familiares y “pegajosos”(es un adjetivo mío) con nuestros enfermos, se lo pregunto. “¡Claro! Los enfermos nacionales no me necesitaban nada, si como médico, pero no como persona, porque ellos no estaban solos. En cambio los extranjeros necesitaban que me sentara con ellos y que les cogiera de la mano…” Dicen también que el cariño y los abrazos curan de modo que a continuación le pregunto quienes se curaban antes y aunque al principio su respuesta me sorprende, después tiene toda la lógica del mundo. Aunque la doctora habla con fluidez y bastante rápido también en esta ocasión medita la respuesta “¡Normalmente los extranjeros! Pero no sé si porque realmente se curaban antes o porque necesitaban hacerlo. Ellos se exigían a si mismo que ¡rapidito, rapidito! y además no nos olvidemos que son pacientes que pagaban una parte. Además, pensaban ¡quiero caminar! Ellos están acostumbrados a tener un grado de autonomía mayor. Y no es que no tengan familia, les iban a visitar todos los días, pero querían salir del hospital… según su punto de vista en el hospital los familiares estorbaban, para eso están los profesionales, los médicos, enfermeras… y otra cosa: los familiares iban de visita, pero continuaban con sus vidas. Una  enfermedad no frena la vida de toda una familia. Es un concepto hoy por hoy muy diferente al nuestro. ¡Y esto no tiene nada que ver con los enfermos congénitos!

Hablemos pues de los pacientes que padecen alguna enfermedad cardiovascular congénita. “¡Los enfermos congénitos son mucho más parecidos a los europeos! Son chavales que llevan toda la vida enfermos. Son ratones de hospital que están hasta el gorro y que no paran su vida por una nueva operación, han sido operados  muchas de veces y han estado muchas veces en el hospital. Tienen más riesgo y saben que se pueden morir cualquier día, pero lo viven de una manera totalmente diferente. Los padres, en cambio, lo viven mucho peor que cualquier otro familiar. Porque a los padres la enfermedad de su hijo les ha parado la vida. Salvo que sea su último hijo, los padres que tienen un hijo con una enfermedad de corazón no tienen más hijos. Estos padres son súper protectores, súper posesivos, súper dependientes. Viven en una angustia continua. Realmente, son padres que viven unas experiencias tremendas y por otra parte con una calidad humana ¡increíble!”

Pensando en las vidas sobre las que estamos conversando me pregunto si la Dra. Centella no siente mucha responsabilidad o incluso miedo cuando en el quirófano están en sus manos, dependen en gran medida de ella “Ni lo he superado ni lo superaré. Y cuando sale mal, lloro con la familia como si fuera uno de ellos, no puedo evitarlo.”Seguro que sí. Pero me pongo en su lugar y pienso en cómo debe de ser enfrentarse a una nueva operación tras un fracaso. “Esa noche te cuesta dormir (habla con el corazón en la mano) te cuesta mucho volver a operar de nuevo desde luego pero yo aprendí algo del Dr. Concha. En una mala época personal, un día en el que me encontraba muy mal, hubo una urgencia y yo no la quería operar porque era un paciente que tenía muy pocas posibilidades de sobrevivir. Tenía la convicción de que no estaba preparada para enfrentarme a aquello y no lo quería operar yo. El Dr. Concha me dijo que tenía que aprender algo Si no operas hoy, no operarás nunca. Tienes que ponerte la mascarilla y pensar que no existe nada más. Ése es parte de tu aprendizaje como cirujano, así es que no solo vas a operar hoy, sino que yo me voy a ir de  aquí. Te vas a quedar con un equipo que te va a ayudar, pero la responsabilidad de esta operación será ¡solo tuya! Lo curioso es que era yo la única que estaba convencida de que había que operar a aquel paciente, él no estaba de acuerdo. Yo decía que tenía muy pocas posibilidades pero que las tenía y que de lo contrario se iba a morir. Pero claro, yo quería que lo operara él… y se negó, se fue. El paciente se quedó en mis manos, lo operamos y ¡sobrevivió! ¡Tú también! ¡Yo también!  En el fondo es como en cualquier otro trabajo, debes dejar de lado tu vida personal o cualquier tipo de problemas de lado…. “Y a pesar de todo, yo con quien peor lo paso es con los chicos y chicas más mayores, con los que todavía no son adultos, pero que ya no son niños. Eso es horroroso. Porque son chavales que han llegado a lo mejor hasta los veinte años, que han pasado las de Caín, y que necesitan otra operación y se mueren… Ahí es cuando te revelas y piensas, llevamos tanto tiempo luchando todos, nosotros, sus padres, él…en la flor de su vida, cuando le queda tanto… ¡y se va!  ¡Es tan injusto!”

Su forma de hablar, su forma de decir las cosas me induce a pensar que no todo, desde su punto de vista está en sus manos «¡Y es verdad! Es muy difícil de explicar. Yo no me declaro creyente ni no creyente, es algo que siempre digo que lo pensaré mañana. Pero lo que si te digo es que hay muchas cosas que yo soy incapaz de entender. Por ejemplo, cuando trabajaba en el 112, en una ocasión, en un accidente de coche, el vehículo quedó totalmente aplastado y destrozado, era un amasijo de hierros y los bomberos me dijeron ¡Doctora, ni se acerque!  Y de pronto, de debajo de todo aquello, salió una persona diciendo ¡vaya leche que me he dado! Y sin embargo, en otra ocasión, en otro accidente en el que el coche apenas se había rozado la chapa en plena ciudad, me encontré con  un niño de año y medio ¡muerto! ¡Explícame por qué, porque yo no lo entiendo!

Estimada Tomy, es un placer contar contigo en este blog ¡hasta  siempre!

Etiopía, un lugar muy especial para la Dra. Centella

 

 

 

 

 

 

 

 

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2 pensamientos en “Cirugía cardiaca y comunicación: testimonio de la Dra. Centella

  1. Buenas tardes Dra. Centella, felicidades por ser como es. Soy Carmen Herrera, de Barcelona tengo un mixoma en el corazón ( aurícula izquierda) y un paso de sangre retrogrado entre las dos aurículas, me han dicho que a la larga esto se tendría que quitar, a corazón abierto, usted sabe otra forma menos sangrienta de sacarlo. le agradecería la respuesta. Estoy asustada, un abrazo.

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