¡Aprendiedo a escuchar con el blog!

Empezaré contando algo que me pasó durante el mes de agosto cuando ya llevaba publicando el blog casi once meses. Estando con mi hermana y unos amigos en la terraza de una cafetería conocí a una persona, una señora mayor de sesenta años, a la que iban a operar del estómago. Me contó que estaba nerviosa, no sabía si lo que tenía era malo. La conversación se fue desarrollando con detalles del proceso de su enfermedad, mezclados con experiencias de otras personas que se encontraban allí, pero en un momento ella hizo alusión a algo que le había sucedido años atrás: un hijo suyo, con quince años,  había muerto de una asepsis. Yo me quedé muda. Mi hijo pequeño tiene ahora quince años y no podía imaginar lo que podía ser pasar por una situación así. Por otra parte desconocía lo que era una asépsis y le pregunté al respecto. Una infección generalizada, me dijo.  Un día, su hijo se sintió mal por la tarde, a media noche tenía una fiebre que no remitía y lo  llevaron  al hospital, y  a las tres horas les llamaron para que se despidieran de él.

No sé más sobre la historia porque llegados a este punto, y casi con lágrimas en los ojos,  le pedí que no siguiera. No podía seguir escuchando. Hacerlo me dolía en lo más hondo de mi corazón. Recuerdo que tardé veinticuatro horas en darme cuenta de lo que había hecho. Todavía hoy me avergüenzo al recordarlo. No le dejé seguir hablando, no quise escuchar. Antepuse mi dolor al escuchar al de ella, que había perdido un hijo, sin darme cuenta de que si hablaba del tema era porque todavía, muchos años después,  necesitaba compartirlo.

Once meses publicando el blog y no había aprendido a escuchar cuando todas las personas a las que he entrevistado, sin excepción, me han dicho, reivindicado o  denunciado el derecho a hablar de su dolor y a ser escuchados.

Ayer, volvía a vivir esta experiencia. Afortunadamente en tercera persona. Estando con unos  amigos me preguntaron sobre mi próxima entrevista. Les dije que estaba trabajando en los niños Sanfilippo. Inmediatamente me preguntaron acerca de la enfermedad.  Les conté que consistía en un trastorno hereditario del metabolismo que se detectaba entre los dos y cuatro años y que hacía que el niño no superara la adolescencia “Hoy mismo-les dije- ha muerto un niño de nueve años”.  La respuesta la habitual “¡Qué horror, no sigas!”

Desgraciadamente no creo que los ejemplos que he presentado sean ninguna excepción y tampoco creo que seamos conscientes del daño que hacernos al pedir “que callen” que escondan sus experiencias y su dolor. Así es que a pesar de haber dicho que en este nuevo post iba a hablar de la “no planificación” del blog, he decidido practicarla de nuevo (la no planificación) para llamar  la atención sobre el tema y que tomemos conciencia de la necesidad que las personas que nos rodean en enfermos y no enfermos  tienen de hablar.

¿Cómo puede ser que este respecto me haya llamado la atención durante la lectura del último libro de María Dueñas, “MSIÓN OLVIDO”, un párrafo en el que describe el viaje de uno de los personajes en tren (eso sí, a mediados del siglo pasado) donde es invitado por desconocidos que comparten con él el vagón, a degustar todo tipo de viandas dice “Por el aire planeaban charlas entre desconocidos”?¡Increible!Si alguno de vosotros acude un día a la sala de espera de neurología del Hospital Gregorio Marañón en la que se pueden juntar hasta cien personas se dará cuenta de que nadie habla con nadie… y mira que es un lugar en el que uno se siente vulnerable. Es una lástima que no recuperemos  el interés hacia los demás que naturalmente empezaría por  preguntar  “Cuénteme ¿a usted qué le ha trae por aquí?”. Si no lo hacemos es porque no estamos dispuestos a escuchar, pero no solo en una sala de espera , lo mismo sucede que en una reunión de amigos. Si leéis o escucháis las conversaciones del blog os daréis cuenta de que son muchas las veces en las que los protagonistas dicen “no lo decía por no preocupar”, “no lo cuento porque salen huyendo”, “la gente no quiere saber” … y no obstante, sienten alivio cuando por fin hablan y se liberan de la carga que llevan encima.

La escucha a veces requiere de esfuerzo pero ¿hay algo que merezca la pena y no cueste esfuerzo?  Si bien es cierto que requiere de una actitud. ¿ Cuando se siente un enfermo más dispuesto a hablar de su enfermedad?¿cuando al entrar en la consulta el médico permanece sentado tras su mesa o cuando éste se levanta a saludarlo y le estrecha la mano?

De los errores se aprende y yo espero haberlo hecho.  Barkatu, Isabel!  (¡Lo siento, Isabel!) Y espero algún día tener la oportunidad de escuchar las circunstancias en las que murió tu hijo.

 

2 pensamientos en “¡Aprendiedo a escuchar con el blog!

  1. Hola hoy vi por primera vez el programa ..hablemos doctor.com …me gusto muchisimo es un programa muy informativo ,,me gustaria saber donde puedo comprar el libro..Saludos

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