“No se puede aprender a vivir con un cáncer porque no lo quieres tener y lo que quieres es que se te largue cuanto antes, no quieres vivir con el cáncer”
Así de categórico se manifiesta el Dr. José Félix Bértolo González especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Severo Ochoa de Leganés. En este tipo de diagnóstico, sobre todo, no duda en ponerse en la piel de la paciente a la que solo la palabra “cáncer” ya le da pánico.
“Hay veces que digo tumor, pero en esos casos es la propia paciente la que me dice pero tumor es cáncer y entonces yo les digo que un tumor es un bulto… en cualquier caso es muy duro, para mí lo sería… siempre trato de buscar las palabras adecuadas… hay gente que me pide que tenga lo que tenga no le diga nada y yo se lo respeto, pero entonces les pido que me den el nombre de una persona con la que yo pueda hablar porque si tienen algo yo tengo que comunicárselo a alguien… y aceptan. Otras veces, sin embargo, las pacientes te piden sinceridad y entonces les dices que lo que tienen es malo pero que no se sabe todavía lo malo que es… tratas de suavizar las cosas, sobre todo de que vayan asimilando la noticia, porque decirle a alguien que tiene un cáncer es un palo, aunque no revista gravedad… y cuando el cáncer que tienen es muy grave entonces les digo que haremos cuanto esté en nuestras manos y les explico detalladamente los pasos que vamos a dar, trato de transmitir cierta tranquilidad…”
El Dr. Bértolo transmite confianza. Es la clase de ginecólogo que a todas las madres nos gustaría para nuestras hijas. Dice que aunque llegó a la ginecología por casualidad ésta le ha dado la vida y nunca ha tenido ningún problema de comunicación con sus pacientes por ser ellas, naturalmente, mujeres. Cuando habla te mira a los ojos, su voz es suave y resulta cordial pero también un tanto serio. Se lo digo.
“Lo sé, hay muchas pacientes que me lo dicen es usted muy serio ¡pero es tan amable! y efectivamente soy serio, pero es porque estoy trabajando, y también amable, aunque hay gente que te lo pone difícil: cuando entra la paciente y en lugar de decir buenos días me dice me lleva usted veinte minutos de retraso ¡inevitablemente me pongo a la defensiva! y es posible que lleve retraso, pero es que el tiempo de una consulta, por mucho que lo intentes, es algo que no puedes calcular, no es lo mismo una revisión que por ejemplo, una primera consulta en la que debes elaborar el historial… y a todos nos gusta que nos atiendan…”
Acaba de mencionar dos puntos interesantes: la primera consulta, en la que las pacientes deciden si él será su médico (todos los hacemos) y el tiempo de espera que inevitablemente nos pone a todos muy nerviosos…
“Hago las preguntas que creo que son necesarias para el diagnóstico sin extenderme, me gusta ceñirme al motivo de la consulta: si viene una señora con un bulto en el pecho, yo no le voy a preguntar cuantas veces mantiene relaciones sexuales, si le son satisfactorias o no…me parece que no es necesario, aunque reconozco que hay colegas que lo hacen. Yo, investigo sobre la dolencia que se me plantea en concreto, aunque naturalmente también hago la historia clínica… creo que sé escuchar a las pacientes pero de ahí a dejar que se me vayan por los cerros de Úbeda contándome cosas que no vienen al caso… lo corto, hay mujeres que necesitan hablar, de lo que sea… pero es que mi consulta es ginecológica.”
Yo entiendo lo que les pasa a algunas pacientes. Cuando encuentras un médico amable sientes que conectas.
“Es muy importante que haya feeling entre el médico y la paciente. Se puede convertir en una relación verdaderamente larga, puedo llegar a tratar a tres generaciones de una misma familia: La abuela, la madre y la nieta/hija… y en la sanidad pública, aunque tengan que esperar meses, las hay que sólo quieren contigo… es muy importante el respeto y la educación entre ambos.”
En un abanico tan amplio de mujeres imagino que como médico también tendrá sus preferencias, seguro que hay un grupo de edad con el que le cuesta menos comunicarse:
“¡Las personas mayores hacen conmigo lo que quieren! considero que tienen derecho a decir lo que quieran, como les dé la gana, a llegar tarde…cuando una señora mayor llega tarde vete a saber lo que ha pasado…a lo mejor han pasado tarde a recogerla… o tiene problemas de movilidad…y todas son encantadoras, educadas… todas te tratan de usted, te dan las gracias, a mi me han llegado a besar, me besan en la consulta y las quiero muchísimo (lo dice de corazón, conmigo acaba de ganar puntos) y sin embargo reconozco que tengo muchísima dificultad con la gente muy joven…”
El Dr. Bértolo ejerce tanto en la sanidad pública como en la privada, me gustaría saber a qué tipo de jóvenes se refiere.
“El target más complicado, sin ninguna duda, es el que va de los 16 a los 25 años y ocurre por un problema de educación, de falta de respeto, de consideración… es realmente ¡increíble! (lo dice sin acritud, describiendo simplemente una realidad) se trata de jóvenes que por la razón que sea han dejado de estudiar y tampoco trabajan, son chicas conflictivas que vienen a la consulta acompañadas por las madres y son ellas, sus madres, quienes durante la consulta reprenden a sus hijas diciéndoles ¡que te he dicho que eso no se dice! ¡que no se habla así!, son chicas que han decidido vivir la vida sin hacer nada… pero afortunadamente también hay gente encantadora.”
Seguimos con la comunicación en las consulta. Le cuento que a mí personalmente hay dos cosas que me ponen muy nerviosa: que el médico mire mis informes e historial cuando ya me ha hecho pasar y me he sentado… y la segunda, que mire más la pantalla del ordenador que a mí, la paciente, porque me da la sensación de que no me escuchan. Se ríe. Comprobaré que se ríe de satisfacción.
“¡Yo no lo hago! – disfruta diciéndomelo– tengo una enfermera, Rosita, que antes de que entre la paciente en la consulta me pone al tanto de cuándo y por qué fue su última visita, de forma que cuando ésta pasa a la consulta, no sólo sé su nombre sino también sus circunstancias y cuando se sienta la pregunta es ¿qué tal el tratamiento? Y eso para la paciente es muy importante porque cuando menos pensará ¡éste tío sabe de qué va!”. Respecto al segundo punto y aunque suene a arcaico, eso se soluciona no teniendo la historia clínica en el ordenador: si yo hago una historia clínica a mano, escribo dándote la cara, de frente, y no de lado como sucede si la tengo que escribir en el ordenador… escribo y levanto la vista antes de seguir, te miro… en el ordenador yo no puedo dejar de mirar a la pantalla, la paciente habla y sin embargo parece que no la escucho… y no puedo escuchar y después girarme para escribir, las consultas serían eternas… en el hospital, por ahora, tenemos sólo parte informatizado y eso, aunque parezca mentira, juega a favor de la paciente porque es muy importante mantener el contacto visual con ella. El único inconveniente de tener el historial a mano es que lo haya escrito uno de esos médicos cuya letra es indescifrable.”
No lo he dicho pero el Dr. Bértolo tiene ya sobre sus espaldas unos 34 años de profesión y es inevitable una última pregunta: ¿cree usted que antiguamente se respetaba más a los médicos?
¡Buf! (no deja lugar a dudas) ¡el médico era Dios! Seguramente era exagerado pero es que ahora eres un pringado (nos reímos los dos, efectivamente tiene sentido del humor). ¡Pero yo soy feliz, no lo dejaría por nada del mundo!
¡Un placer, Dr. Bértolo!