El orfanato de Meki: donde el amor lo hace todo posible!

«Su madre, que amamantándola era quien la mantenía con vida, murió. El padre, que no debía saber qué hacer con ella la abandonó, pero no la dejó tirada, la llevó a las monjas quienes después la llevaron al Orfanato de Meki. Yo siempre he pensado que aquel hombre se separó de su hija porque sintió que era la única oportunidad que ésta tenía para salir adelante. Creo que a Hanna su padre le salvó la vida” cuenta Ana.

HANNA MANOS

“Dani llego a Meki con solo 1 día de vida.  Su madre preparó una bolsa de plástico bien grande y la dejo bien abierta cerca de la carretera, supongo que para llamar la atención del primero que pasara por allí y que al mirar dentro viera a Dani envuelto en unos trapos con restos de placenta todavía en su cuerpo.  Esa mañana nos llamo Sister Gio desde Zway, para decirnos que fuéramos a recoger un bebé que habían abandonado.  Y a las pocas horas de eso, Dani ya estaba en Meki.  Los comienzos fueron duros, como siempre que llega un niño tan pequeño.  Durante los primeros 15 días prácticamente vomitaba cada biberón, probamos con todo tipo de leche, hasta una de las cuidadoras que estaba amamantando a su hijo probó a darle el pecho, pero el muy capullo no quería nada.  Recuerdo que durante esos días hice una de las primeras llamadas a mi madre diciendo “mama ¿qué hago?, el niño no deja de vomitar”, luego han venido muchas más llamadas como esa.  Pero de repente, Dani empezó a comer y a engordar y a ponerse precioso”.Este fragmento pertenece a una de las cartas que Mar, directora del Orfanato de Meki, envíó a  Ana.

En el orfanato de Meki, que depende de la Fundación Pablo Horstmann, actualmente viven 36 niños de edades comprendidas entre los dos y los dieciocho años. No todos están enfermos, ni mucho menos,  pero el estarlo, como es el caso de Hanna o Dani, no es impedimento para que puedan vivir en él pese a los cuidados especiales que estos niños necesitan. La siguiente conversación con Ana en su casa, y con Mar, a través de sus cartas desde Etiopía, trata de descubrirnos un mundo en el que todo es posible gracias al trabajo y a la solidaridad de muchas y grandes personas.

Hanna es aquella niña desnutrida hasta los límites, cuya imagen aparecida en los medios de comunicación hace cuatro años, nos conmovió a todos. Desde Etiopía, llegó a España, con dos añitos, cuatro kilos de peso y una cardiopatía muy severa. Dani, otro niño de Meki, llegó meses más tarde y también salvó su vida gracias a esta labor. Sus historias nos revelan que el amor, en la enfermedad, mueve montañas.

“El lugar al que llevaron a Hanna era la misión de las monjas salesianas en una población que se llama Zway. Estas monjas están en contacto permanente con el orfanato de Meki que está a unos 30kms. Una de las monjas, Nieves, tiene mucha relación con Mar. Llevaron a Hanna al orfanato y el primer médico que la visitó no le dio mucha importancia, el segundo ya constató que lo que tenía no se podía tratar en Etiopía y la llevaron al hospital donde no la querían acoger. Pero consiguieron ingresarla. Al día siguiente cuando la fueron a ver, Hanna estaba en la sala de los moribundos, no le habían dado de comer, y solo esperaban a que muriera. Nieves y Mar se empezaron a movilizar para trasladarla. Me consta que fue complicado, que tuvieron que salvar muchos inconvenientes dado que no les dejaban ni sacarla del hospital. Pero también se dieron casualidades que ayudaron a que la niña llegara a España, al Hospital Ramón y Cajal en Madrid. Una vez aquí, sufrió dos infartos y tuvieron que intervenirla de urgencia pese a la dificultad que suponía su falta de peso. La operó la Dra. Centella (http://hablemosdoctor.com/2012/11/18/cirugia-cardiaca-y-comunicacion-testimonio-de-la-dra-centella/)”.  Ana se convertiría después en la “mami” de acogida de Hanna durante aproximadamente siete meses. “Y no fueron más porque no lo pude alargar”.

“Dani, ya tiene 10 meses y es precioso- continúaba en otra de sus cartas Mar-.El otro día hablando con Sister Elsa de él, me decía que era demasiado lo que había pasado, creo que se refería a estos últimos meses en los que ha ido pasando de una enfermedad a otra.  Y la verdad es que decir demasiado se queda corto, en estos dos meses desde que volvimos de vacaciones, a Dani le han diagnosticado, neumonía, anemia, meningitis, malnutrición y para rematar una malformación congénita en la uretra que no le permite evacuar la orina, con lo que riñones, uréteres, vejiga  y uretra están dilatados como 3 o 4 veces su tamaño normal.  Y para llegar a esto hemos pasado por 3 hospitales, 5 o 6 médicos y no os digo cuantos análisis de sangre, orina, radiografías, ultrasonido, inyecciones de antibiótico diarias durante casi un mes….  En fin, que en las últimas radiografías de contraste que le hicieron acabamos los dos llorando: él porque estaba hasta las narices y yo, porque no sabía como consolarle y porque todo el repertorio de canciones infantiles que me sé en español, no lograban tranquilizarle ni un poquito.

El lunes lo operan. De momento le van a hacer un pequeño agujero en la vejiga para que pueda evacuar la orina y más adelante tendrán que hacerle la operación definitiva.  Esta segunda intervención no se puede hacer en Etiopía, así es que posiblemente en unas semanas Dani esté de camino a España. Ahora hay que arreglar papeleos aquí y allá, la maldita burocracia, pero yo espero que para finales de diciembre ya esté todo solucionado.  Estoy segura de que todo va a salir bien, Dani es un superviviente, como lo es Hanna, y muchos de los niños que hay aquí”.

Todos estos traslados y cirugías son promovidos por la ONG Infancia Solidaria con la que Ana colaboraba ya hacia tiempo “En el año 2007, estando yo de vacaciones en la playa, leí que en la guerra del Líbano había una ONG española, Infancia Solidaria,  que buscaba familias españolas que sacaran a los niños de la guerra. Yo soy la pequeña de 13 hermanos y mi madre, que había vivido la guerra, siempre nos contó que para ella como niña, había sido terrible: oír que venían las bombas, que te tenías que refugiar… y acordándome de aquello pensé en que me gustaría poder acoger un niño. Me puse en contacto con ellos, pero al final la iniciativa no siguió adelante y en aquella ocasión no pudo ser. Sin embargo, yo seguí en contacto con la ONG. Su objetivo principal es traer a España niños sin recursos que necesitan ser tratados médicamente: se les costea los viajes, se les busca la familia de acogida llevando a cabo todos los trámites… y de esta forma me llegaron las primeras noticias sobre Hanna. Desde que vi su fotografía supe que Hanna y yo estábamos predestinadas a encontrarnos”. Ana me cuenta que antes que a Hanna había intentado acoger a algún otro niño pero que para cuando había convencido a la familia, dicho niño tenía ya un hogar. Ana, además de marido, tiene tres niños, una chica y dos chicos, que entonces tenían entre 9 y 20 años. “Hanna no era fácilmente acogible porque normalmente estos niños vienen acompañados del padre o de la madre y en este caso ella era huérfana y necesitaba una dedicación y unos cuidados que no todo el mundo se puede permitir.”

 “Dani sigue muy malito, finalmente aquel domingo no le operaron, pero le pusieron un catéter para ayudar a los riñones y darles un descanso hasta que puedan hacerle la operación- escribió Mar desde Etiopía cuando Hanna llevaba ya unos meses en casa de Ana-  Desde entonces se ha ido apagando poquito a poco.  Ayer le hicieron otra transfusión de sangre y hoy me decía Yca, la pediatra española que le esta siguiendo, que nos quedaba poquito tiempo, 10 o 15 días.  Pero no perdemos la esperanza, si Dani aguanta nosotros también ¿no?  Además sé que Pepo (fundador de Infancia Solidaria) en España, esta haciendo lo imposible para que el papeleo se acabe pronto y Dani y yo pasemos las navidades allí”.

 “Pepo, era consciente de que yo estaba en una situación de poder acoger a Hanna – me dice Ana-  Así es que un día convencí a mi marido de que fuéramos al hospital a conocerla porque yo tenía claro que Hanna debía terminar en mi casa. Soñaba con ella. Sentía que Hanna se había cruzado por algo en mi camino. Y pese a todo, ante su posible acogida, yo planteaba problemas cotidianos que ahora recuerdo y casi me dan vergüenza. Alrededor de la niña había tal “bondad”… ¡que no te podías negar! La situación de Hanna era muy triste: cero movilidad, no se sujetaba sobre las piernas, había que alimentarla a base de líquido…” Debe de ser difícil dar el paso de acoger a un niño enfermo en casa, rompiendo la rutina de toda la familia y además, valorando el riesgo que conlleva dada su delicada salud “Yo nunca pensé en Hanna como en una enfermedad. Desde siempre me habían impactado muchísimo esos niños desnutridos de África, que no lloran, simplemente se les “caen las lágrimas”. Así es que la primera imagen que yo vi de Hanna representaba eso de lo que yo no podía seguir huyendo. Me lo había planteado otras veces y a ella no me la podía quitar de la cabeza”.

 “Jorge (compañero sentimental y colega de Ana en el orfanato de Meki) dice que ya parezco una monja, todo el día rezando y con el rosario en la mano, que le da miedo.  Y no me extraña, pero os prometo que cuando me siento tan perdida, tan impotente y tan triste como ahora, lo único que me consuela es pensar que no solo esta en mis manos, que si Dios existe, y yo no estoy equivocada (y Jorge si), esta cuidando de Dani.  Así el peso se hace más ligero, porque os prometo que yo me siento muy pequeña ante estas cosas.  Yo no soy nada, ni medico, ni enfermera, ni madre ¿qué puedo hacer yo por Dani?  Me consuela pensar que alguien mas grande y mas capaz que yo que nos echa una mano y se ocupa de él.

  Aun así, siguen pasando cosas buenas a nuestro alrededor.  Aschalew, que se rompió el cubito y el radio este verano, por fin ha terminado todo, ayer le quitaron dos plaquitas metálicas que le pusieron cuando le operaron y parece que los huesos han soldado bien y esta recuperado.  Dawit que estaba con neumonía la semana pasada, esta mejor.  Freiwot que llego en octubre y que iba fatal en el cole hoy ha venido feliz con su primer 9 ¡en matemáticas!” Este es el mundo de Mar y Jorge, el mundo de Meki.

El más reticente para que Hanna fuera acogida en casa de Ana era su marido. Sin embargo, su actitud cambió la primera noche que la niña paso en casa.“Organicé una reunión para ese día entre todas las personas que se habían implicado en el tema de HANNA. Esa reunión fue entrañable: en ella cada persona contó la parte de su historia en la que se había involucrado, algunos ni siquiera se conocían, y al escucharlos mi marido se dio cuenta de que aquello lejos de ser un capricho era una labor que muchas gente llevaba a cabo por sacar adelante la vida de un niño– me cuenta Ana llena de orgullo- Para Hanna por otra parte, la primera noche en casa fue dura. Me doy cuenta de los esfuerzos que hacen estos niños por adaptarse, el miedo que pasan en un momento dado…por ejemplo, cuando entró en casa y vio a la perra, Donna, empezó a patear llena de terror, sintió auténtico pánico, como si hubiera visto un león, más tarde se convirtió, junto con Jorge el pequeño de mis hijos, en uno de los miembros más queridos de la familia”. Aquella primera noche Ana y Hanna durmieron en la misma cama. “Cuando la abrazabas se callaba, pero pasó un tiempo hasta que empezó a devolver los abrazos”.

 “El sábado 14 aterrizábamos en Madrid, Dani y yo – esta es la carta en la que Mar cuenta el viaje y la evolución de Dani una vez que llegaron a España- Sin duda, esas 13 horas de vuelo han sido las más largas de toda mi vida.  Dani sufrió mucho durante todo el viaje, y yo, aunque iba sola con él, me sentí muy arropada por gente “anónima”  que se acercaba hasta mí para ofrecerme su mano si necesitaba ayuda con él.  Sobre todo la tripulación del vuelo Spanair, Frankfurt-Madrid, se volcó con nosotros y nos acompañaron hasta el último momento.  La verdad es que durante esas horas me sentí cansada y asustada muchas veces, pero una vez más siento que la fuerza, la esperanza y la fe llegan cuando parece que está todo perdido.  Los tres últimos minutos que duró el aterrizaje fueron eternos, Dani se moría entre mis manos y yo no dejaba de llamarle y pedirle que no se fuera, que aguantara un poquito más: “Dani, si me aguantas 5 minutos más, te regalo un par de años que me sobran”.  Y creo que se lo tomó en serio, porque yo me siento estos días un poco más vieja y él parece recuperarse a toda velocidad.  Y aguantó. En la puerta del avión me esperaba el SAMUR y me quitaron a Dani de las manos porque estaba entrando en parada respiratoria. Pero siguió aguantando, contra todo pronóstico, consiguieron estabilizarle y le llevaron hasta la UVI del Ramón y Cajal.  Y aguanto un poco más, a pesar de que en el hospital me decían que eran las peores analíticas que habían visto en su vida, que el niño había sufrido mucho y que podría haber sufrido incluso daños cerebrales.  A los pocos días le quitaban la respiración artificial, un día después empezaba a tomar biberón y el viernes pasado, en menos de una semana, ya estaba en planta.”

“En contra de todo pronóstico, hacer comer a Hanna no fue sencillo, aunque estaba obsesionada con el pan. Siempre tenía que tener un trozo de pan en la mano. Al ser cardiópata no debía comerlo y sin embargo, no había quien se lo quitaraa estas alturas de la conversación la mesa de la cocina de Ana se encuentra ya llena de fotografía de Hanna, de vídeos en el ordenador…e incluso una muñeca con la ropa con la que vistieron a Hanna al salir del hospital. Hanna, aunque esté en Meki, sigue viviendo en el corazón de esta familia, y sobretodo en el de su “mami” Ana–  Aunque tenía más de dos años, Hanna era un bebé. Dada su desnutrición tenía problemas de dentición, así es que empezamos con una leche especial, purés…era como un bebé de meses. Había que llevarla a rehabilitación a diario, no tenía musculatura, además tenía escaras… Mientras el resto de su cuerpo evolucionaba favorablemente, las piernas no seguían el mismo ritmo. Le hablábamos en español. Yo era su “Mami”, mi marido su “Papi”…Toda mi familia se volcó en ella. A Hanna solo te salía quererla, era lo natural, no podía ser de otra manera.”

 “Hoy he visto sonreír a Dani por primera vez desde hace mucho tiempo– Mar escribió esta carta cuando Dani todavía continuaba en el hospital- Dicen que la felicidad no es un estado continuó, sino una sucesión de momentos puntuales en los que te sientes pleno, yo anoto éste entre uno de los míos.  Verle sonreír otra vez ha sido el mejor regalo de Navidad que podían hacerme.  Y yo os deseo para estas navidades un regalo como el que me han hecho a mí, ojala vuestra Navidad esté llena de sonrisas.  Si tenéis dificultades para encontrarlas venir al hospital a verme el careto, porque desde esta mañana soy yo la que no puede dejar de sonreír”- Y días después- “Menudo regalo  me hicieron ayer los Reyes Magos.  ¡Por fin Dani esta fuera del hospital! Cuando íbamos de camino a casa de mi madre no os podéis imaginar lo feliz que me sentía.  ¿No os ha pasado alguna vez que os sentís tan llenos de felicidad que parece que el cuerpo se te queda pequeño? Cómo si una parte de ti se escapara buscando algo más de espacio.  Pues así me sentía yo ayer, me hubiera puesto a gritar para decirle a todo el mundo que Daniye había salido del hospital.  Gritar tan fuerte que hubieran podido oírme en Meki, así los niños, los trabajadores, las sisters, Jorge sabrían que Dani ya estaba mejor, que se reía, que tenía ganas de jugar, que come como una lima y que pronto podrá estar otra vez de vuelta a casa.

Hoy quería compartir mi regalo con vosotros, porque de una manera u otra todos lo habéis hecho posible.

 Gracias por estar siempre cerca.”

Aquella Navidad fue muy especial también en casa de Ana. La presencia de Hanna que ya andaba se hacía notar en toda la casa. Pero también la presencia de Mar en Madrid hacía inevitable la separación. Hanna debía volver a Meki.“Cuando Hanna llegó a casa me dijeron que se quedaría tres o cuatro meses, al final se quedó siete y más no porque no lo pude alargar, aunque a mi me habría gustado. Cuando llegó el momento de decirle adiós,  por un lado estaba tranquila porque sabía que la niña no era consciente de que se iba. Y como además se fue con Mar, que es maravillosa, sabía que estaba en las mejores manos. Desde ese punto de vista no sufrí, pero para mi fue duro (se le quiebra la voz) y  también lo fue para Jorge…”

Hanna y Jorge

Hanna y Jorge

En la siguiente carta, Mar, la directora del orfanato de Meki, cuenta cómo fue el regreso de Hanna al mismo “Como esos anuncios de antes y después, dietas milagrosas que te hacen pasar de 120 kilos a una talla 38, con la misma sorpresa e incredulidad han recibido a Hanna en Meki.  Los niños, los trabajadores y todos los que vieron a Hanna irse hace 9 meses no podían creer que la misma niña moribunda que se fue, era esa bolita con patas y sonrisa mellada que ahora volvía a casa.  Pero en este caso no se trataba de perder unos o muchos kilos, sino de dar a una niña otra oportunidad de vivir.  Llevamos a España a Hanna con apenas 4 kilos de peso y ahora tenemos una preciosidad de 10 kilos que anda, habla y sonríe como nadie.  El primer día, los niños y los trabajadores, cogieron a Hanna en brazos y la daban vueltas mirándola por un lado y por otro como intentando localizar donde estaba el truco, ninguno podía creer que aquella fuera Hanna.  A cada minuto vienen a decirme los progresos que va haciendo en su adaptación, si come o no, si juega con los niños, si dice alguna cosa en amárico.  Los niños mas mayores la cuidan y la tratan como si hubiera estado fuera un fin de semana en lugar de 9 meses, le dan de comer y la cuidan como al resto de los enanos, pero quizás con ella se esfuercen un poquito más en que esté feliz, la llaman Hannita como hago yo y le dicen las pocas palabras que se saben en español para que no lo eche de menos, si hay alguna comida que le guste siempre le toca a ella un poquito más y se pelean por quien la coge en brazos.”HANNA PAPA NOEL

 “ El orfanato de Meki, cuyo nombre en realidad es “Leave the children to have a home”, es una familia de niños en el que Mar y Jorge representan el papel de padres. Los niños están escolarizados y entre ellos se quieren mucho. Son una familia. Cuando se fue Hanna, a través de las fotos que me enviaban la veía triste y sin embargo, cuando fui a visitarla, año y medio después,  me quedé muy tranquila porque la vi totalmente integrada y muy bien, la vi feliz. Para mi fue otra aceptación diferente”. Y a pesar de todo, Ana reconoce que hay algo que siempre las mantendrá unidas, un amor que traspasa fronteras e impedimentos legales, un amor que Mar reconoce y agradece en la siguiente carta. “Hay ciertas personas a las Hanna y toda esta familia de Meki nunca podrá devolver todo lo que nos han dado.  Me refiero a Ana (mama de acogida de Hanna), a su marido, sus hijos y toda su familia.  Y no solo por darle un hogar a Hanna, por cuidarla y procurarla todo lo que necesitaba, sino sobre todo por haber puesto tanto AMOR en ello.  Porque durante los 7 meses que Hanna ha estado con ellos han sido su madre, su padre, sus hermanos, sus tíos, primos, abuelos.  Hanna ha sido una más de la familia, sin importar que acabara de llegar y que su tiempo con ellos fuera a ser limitado.  La han querido y la han acogido sin condiciones y sin miedo.  Cuidar de Hanna no era una tarea fácil: una niña de 2 años, 5 kilos de peso cuando salio del hospital, que no andaba, apenas se sujetaba sentada y convaleciente de una operación de corazón es un reto para el que hay que ser muy valiente, sobre todo sabiendo que después de poner tanto esfuerzo y amor yo volvería a por ella.   Desde Meki os mandamos un enorme GRACIAS por tanta generosidad y por supuesto sabéis que aquí hay un sitio para vosotros, en nuestros corazones y en nuestra casa”.

 El próximo 15 de diciembre, y por tercer año consecutivo, desde que Hanna se fue, Ana, su “mami”, vuelve a organizar un rastrillo en beneficio del orfanato de Meki,  porque allí, Mar y Jorge, bajo la tutela de la Fundación Pablo Horstmann, siguen acogiendo a niños, algunos muy enfermos, como Hanna y Dani,  a los que con la ayuda de “un mundo” de gente consiguen sacar adelante.HANNA CARTEL MERCADILLO

Es orfanato de Meki y todos sus colaboradores, me han demostrado que el mundo es un lugar mucho mejor de lo que parece, gracias a todos y ¡FELIZ NAVIDAD!

 

 

 

 

 

 

 

5 pensamientos en “El orfanato de Meki: donde el amor lo hace todo posible!

  1. Gracias Elene, por contarlo como lo has hecho , con esa humanidad que no todas la personas sabemos transmitir….
    Ánimo a todo el que pueda pasar por esta experiencia , que lo haga…., es de lo más gratificante.
    Feliz Navidad!!!!!

  2. Hola no se si alguien sabra cuantas monjas cuidan un orfanato ? es un poco tonta la pregunta, pero quisiera saber para escribir un cuento. 🙂 gracias

  3. OS quiero felicitar por la labor tan maravillosa que hacéis.La verdad me encantaría poder colaborar con vosotros.Yo solo he podido tener un hijo y han sido muchos los esfuerzos parque este milagro sucediese.Pienso que estaría dispuesta a dar todo mi amor a cualquier niño hermano.Pero todavía no me he encontrado con ninguna oportunidad.

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