“Yo, antes, podía pasar horas, días, delante de un ordenador y ahora para aguantar dos horas seguidas tengo que hacer un esfuerzo inhumano. Mientras el dolor me machaca el cerebro yo tengo que luchar contra él para descifrar códigos, leer…”
A Nacho Calero lo conocí en diciembre del año pasado cuando le dieron de alta el mismo día en el que a mi hijo Xabi tras haberles implantado a ambos un neuroestimulador occipital bilateral. Sin embargo, a Nacho, se lo colocaron por una cefalea tensional que padece a raíz de un accidente de coche que sufrió hace cuatro años. Antes de ayer, tenía revisión con la neuróloga, pero no pudo ir. Una vez más sufrió un síncope, también consecuencia del accidente, y sé que acaba de pasar un par de días de los “muy malos”.