Muchos estáis de vacaciones, incluso hay quien ha vuelto ya, pero a los más privilegiados todavía os queda el mes de agosto e incluso el de septiembre, el mes ideal.
“El verano” empieza meses antes con los preparativos ¿dónde iremos este año? o ¿a quién invitamos esta vez?… una agenda completa de actividades para el día: hacer turismo, zambullirnos en el mar o en la piscina, navegar… pescar, vaguear en la tumbona. Horas y horas en la playa, algunos haciendo castillos de arena con los más pequeños, otros jugando a las palas o simplemente paseando a la orilla del mar, subiendo algún monte inexplorado o recorriendo nuevas sendas…
Y por la noche, una lista de chiringuitos donde cenar a la luz de las estrellas o bien arreglados y tremendamente bronceados, conocer los lugares de moda, si es que hemos reservado a tiempo, y de lo que a la vuelta probablemente alardeemos.
El verano también es ese momento de reencuentro con amigos. De reencuentro con la familia e incluso de reencuentro con nosotros mismos si tenemos la fortuna de tener un hueco para estar acompañados únicamente de nuestros pensamientos.
Y luego está el “kit” con el bañador de moda, las inestimables gafas de sol de moda, el pareo de moda, la bolsa y las chanclas de moda… el bronceador… o las botas de monte, el neopreno etc. Todo ello aderezado con una cámara de fotos o probablemente el Smartphone, que lo incluye todo, con los que capturar los mejores e inolvidables momentos.
En cualquier caso es un tiempo, las vacaciones de verano, planeado, soñado y esperado con la ilusión y esperanza de que sea incluso, mejor que el anterior.
Pero… este año, como siempre aunque evitemos saberlo, habrá quien pase “un verano diferente”. Todos tenemos amigos o familiares que este verano se quedarán en casa o en el peor de los casos en el hospital. Bien porque su estado se ha visto agravado, porque su tratamiento así lo requiere, porque todavía están convalecientes de alguna operación… o incluso porque dado su estado, éste será su último verano.
¿Qué podemos hacer por ellos? La verdad es que el estado de “enfermo” o paciente, incluso el de acompañante de éste, requiere en esta época además de paciencia, perseverancia, valor, fuerza etc. un grado de generosidad muy grande. El verano es un tiempo en el que se pone de manifiesto la suerte que le ha tocado a cada uno y en el que quienes se encuentran en situación más desfavorecida deben alegrarse de lo bien que les va a los demás. Y vuelvo a preguntar ¿qué pueden hacer los demás en esta situación? ¿Renunciar a su “buena” suerte? ¡No! Nadie espera que lo hagan. Bastará con que desde donde estén recuerden a quienes están viviendo “un verano diferente”. Bastará con que llamen preguntando “¿cómo estás? Me acuerdo de ti…” o diciendo “te mando un beso desde…” Son gestos que abrazan.
Pacientes y familiares necesitan este tipo de gestos, no lo dudes. Si lo haces no te equivocarás, tal vez te equivoques no haciéndolo.
Este verano ¡llama! y manda una imagen. Te lo agradecerán.
Desde Hablemosdoctor.com, a los más afortunados os invito a que mandéis imágenes y saludos a quienes estén pasando “un verano diferente”. Y a estos últimos a que contéis vuestra historia. Todo ello a hablemosdoctor@gmail.com. ¡Gracias!