Alcoholismo y desesperanza: Testimonio de Paco

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   Paco y yo coincidimos en fisioterapia. Yo lo recordaba pero no lo ubicaba. Él si, y me reveló la empresa en la que coincidimos, una tele en la que también él ejerció de periodista.

PACO el paraiso no esta en el fondo de ninguna lata o botella

Me contó que iba a fisio porque padecía una artrosis degenerativa que ya le había hecho pasar por quirófano para ser operado de un pié, también que había superado una pancreatitis, un cáncer de pulmón y “por cierto, no sé si sabes que soy alcohólico, pero llevo 4 años sin beber.” Le pregunté si me dejaría entrevistarle sobre éste último punto, el alcoholismo y me dijo que si. Y en aquel primer encuentro fortuito, me confesó que sus primeros contactos con el alcohol se remontaban “A una edad muy temprana, cuando mi abuelo me daba patatas fritas que previamente había mojado en la cerveza que él estaba bebiendo”.   

   Fue una conversación larga (duró varios encuentros) y difícil para ambos; para Paco porque tuvo que recordar y reconocer aspectos de su vida que lo habían herido “mortalmente”. Y para mi, porque me ratificó de forma cruenta,  en la idea de que los padres somos responsables, en un tanto por ciento muy elevado, de la “felicidad” de nuestros hijos incluso cuando llegan a la madurez. Esta conversación trata pues de alcoholismo, pero también, de la necesidad y la importancia de saberse amado incondicional y fundamentalmente por los padres.

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